jueves, 12 de febrero de 2009

Con Eluana, los débiles tienen menos derecho a la vida


El caso de Eluana, la chica italiana en coma desde hace 18 años, muestra que aunque la sociedad actual promete soluciones para todo, las cosas no suelen tener el final plenamente satisfactorio que deseamos. Al final ha muerto al poco de quitarsele de modo paulatino la hidratación y alimentación (un modo refinado de decir que se ha matado de sed y hambre.Matar a una persona no es solución para nadie. Juzgando los hechos, no las personas, si un padre puede matar a su hija, que no entiende ni quiere, significa que sólo tienen derecho a la vida los que tienen inteligencia y voluntad. Queda abierta la veda para matar a miles de seres humanos. Y quizá más adelante los privilegiados serán los que tienen un mínimo de inteligencia y voluntad o los que cumplen unos estándares de calidad aceptados por un concienzudo Comité de Bioética.Si los padres asumen que no tienen ese derecho, el caso Eluana hubiera sido un aviso para todos de que el derecho a la vida es incondicionado, sin control alguno de calidad. Y los que tenemos defectos, que somos bastantes, nos quedamos más tranquilos.En el caso Eluana, los medios de comunicación que están a favor de la eutanasia inciden en el sufrimiento de los padres, que quieren acabar con el sufrimiento de su hija. Me he acordado lo que decía un experto en cuidados paliativos sobre casos como éste: las personas con cuidados paliativos adecuados no sufren; entonces parece que a los que hay que aplicar la eutanasia es a los padres, pues sólo tenemos certeza de que son ellos los que sufren

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