En los últimos días conocí a través de Religione 2.0 la celebración de un encuentro de los Maestros de Religión italianos con el Papa.
Afortunadamente ya podemos disponer de la traducción al español del discurso que pronunció Benedicto XVI este sábado al recibir en audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano a estos colegas italianos. Merece la pena leerlo atentamente. Yo entresaco estos párrafos y me permito resaltar algunas expresiones en negrita:
Vuestro servicio, queridos amigos, se enmarca precisamente en este fundamental cruce de caminos, en el que –sin impropias invasiones de terreno o confusión de papeles– se encuentran la universal tensión hacia la verdad con el bimilenario testimonio de los creyentes a la luz de la fe; las extraordinarias cimas del conocimiento y del arte, conquistadas por el espíritu humano con la fecundidad del mensaje cristiano, tan arraigada en la cultura y la vida del pueblo italiano. Con la plena y reconocida dignidad escolar de vuestra enseñanza, contribuís, por una parte, a dar un alma a la escuela y, por otra, a asegurar a la fe cristiana plena ciudadanía en los lugares de la educación y de la cultura en general. Gracias a la enseñanza de la religión católica, la escuela y la sociedad se enriquecen con verdaderos laboratorios de cultura y de humanidad, en los cuales, descifrando la aportación significativa del cristianismo, se capacita a la persona para descubrir el bien y para crecer en la responsabilidad; para buscar el intercambio, afinando el sentido crítico y para recurrir a los dones del pasado de manera que se pueda comprender mejor el presente y proyectarse conscientemente hacia el futuro…
A vosotros os corresponde, además del deber de la competencia humana, cultural y pedagógica propia de todo maestro, la vocación de dejar traslucir que el Dios del que habláis en las aulas de clase constituye la referencia esencial de vuestra vida. Lejos de ser una interferencia o una limitación de la libertad, vuestra presencia es un valioso ejemplo de ese espíritu positivo de laicidad que permite promover una convivencia civil constructiva, fundada en el respeto recíproco y el diálogo leal, valores de los que un país siempre tiene necesidad.
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