¿COMO TE LLAMAS?
Muchos de nosotros vivimos con otras personas en casa, familia, cercanos. Puede que algunos vivan solos, pero aún así, todos estamos permanentemente rodeados por otras personas. Están los vecinos, los dueños de los almacenes, el que vende el diario, etc. etc.
Los que trabajan, más que seguro que se topan a diario con una gran cantidad de personas, las mismas personas todos los días: el cuidador de autos, el policía, el portero del edificio, la secretaria, la persona del aseo, colegas, el jefe, etc.Ahora bien, ¿a cuántos de ellos realmente conoces? Cuando hablas con ellos ¿los saludas por su nombre?... ¿O a pesar de que han pasado semanas, meses e inclusive años, ellos siguen siendo: "el que cuida el auto", "la niña del aseo", "el gordito de la puerta", "el viejito de las fotocopias"? Es triste darnos cuenta de que muchas veces conocemos a las personas, (o nos conocen a nosotros), por lo que hacen, no por quienes son.Si hay algo que da valora nuestra vida es saber quiénes somos en Cristo, conocer del amor de Dios y de su constante preocupación por nosotros.
Él no se limitó a dejar que un día fuésemos concebidos por nuestros padres y listo, "que se las arreglen como puedan".
Estos dos pasajes de la palabra hablan de una relación cercana y personal de Dios con sus hijos. La primera con Moisés, antes de liberar al pueblo de Israel:"También me has dicho que soy tu amigo, (me conoces por mi nombre), y que cuento con tu favor".
Estos dos pasajes de la palabra hablan de una relación cercana y personal de Dios con sus hijos. La primera con Moisés, antes de liberar al pueblo de Israel:"También me has dicho que soy tu amigo, (me conoces por mi nombre), y que cuento con tu favor".
Éxodo 32:12La segunda con Jacob:"No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú". Is. 43:1Dios nos conoce a la perfección, mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos. Él conoce nuestro nombre y cuando habla de nosotros con sus ángeles, no se refiere a:"la hijita esta que ya me tiene cansado", o "mi discípula que ha hecho devocionales tan lindos" (ja!, broma). ¡Cuando Dios habla de ti o de mí, Él menciona nuestro nombre! Él no necesita ponernos apodos o nombres-muletillas cristinaoides como "hermanito(a)" o "pastorcito(a)", para disimular el hecho de que nos conoce, o no se acuerda de nuestro nombre o para resaltar lo que hacemos, a Él le interesa quiénes somos.
Nuestro desafío está en esforzarnos por conocer a las personas que nos rodean, y no me refiero a los hermanos de nuestra iglesia, o a los jóvenes de nuestro grupo, (esos ya los sabemos, ¿no?...). Hablo de ir un poco más allá, de llevar nuestra linterna corporal encendida a todo lugar que vamos, y cada vez que nos topemos con alguna persona iluminarlos con una sonrisa, saludarlos, darle las gracias, despedirnos... Y con aquellos personajes con los que nos topamos a diario, iniciar una conversación y preguntarle su nombre, para que al día siguiente los saludemos por su nombre.
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