jueves, 12 de febrero de 2009

Los Guantánamos del aborto (Guantanamos of abortion)


En el mundo libre hemos celebrado esta semana las medidas para el cierre de Guantánamo por parte del presidente Obama. Un lugar de alta seguridad donde se pisotean, contra convenios internacionales, derechos humanos de cientos de personas con la fuerza del Estado no se puede consentir. Ni siquiera para curar las heridas del 11-S.Sin embargo hay otros Guantánamos que Obama no piensa cerrar. Desde 1973, para resolver la difícil situación de embarazos inesperados, millones de mujeres son atendidas por médicos que eliminan a sus hijos. Estas clínicas abortistas, con la seguridad y la fuerza de la ley, son Guantánamos repartidos de costa a costa de los Estados Unidos. Y la argucia legal de decir que son embriones o fetos, no personas humanas, sirve para saltarse la Convención sobre los Derechos del Niño, dejándolo en un asunto privado de las ciudadanas. También denominaban "combatientes enemigos ilegales" a los talibanes presos para no aplicarles la protección de convenios internacionales. Obama no sólo dejará abiertos estos Guantánamos sino que esta misma semana les ha prometido facilidades financieras y en un futuro, mayor cobertura legal. Para que en ninguna población ni Estado de la Unión se quede sin su Guantánamo.Para los problemas graves, necesitamos soluciones justas, con garantías. Aunque lleven tiempo y no pueda evitarse el sufrimiento de las víctimas del terrorismo. O de una mujer desesperada. Por ejemplo, dando en adopción a los niños que una madre se vea incapaz de cuidar. Porque los problemas importantes habitualmente no tienen soluciones rápidas y justas.

Con Eluana, los débiles tienen menos derecho a la vida


El caso de Eluana, la chica italiana en coma desde hace 18 años, muestra que aunque la sociedad actual promete soluciones para todo, las cosas no suelen tener el final plenamente satisfactorio que deseamos. Al final ha muerto al poco de quitarsele de modo paulatino la hidratación y alimentación (un modo refinado de decir que se ha matado de sed y hambre.Matar a una persona no es solución para nadie. Juzgando los hechos, no las personas, si un padre puede matar a su hija, que no entiende ni quiere, significa que sólo tienen derecho a la vida los que tienen inteligencia y voluntad. Queda abierta la veda para matar a miles de seres humanos. Y quizá más adelante los privilegiados serán los que tienen un mínimo de inteligencia y voluntad o los que cumplen unos estándares de calidad aceptados por un concienzudo Comité de Bioética.Si los padres asumen que no tienen ese derecho, el caso Eluana hubiera sido un aviso para todos de que el derecho a la vida es incondicionado, sin control alguno de calidad. Y los que tenemos defectos, que somos bastantes, nos quedamos más tranquilos.En el caso Eluana, los medios de comunicación que están a favor de la eutanasia inciden en el sufrimiento de los padres, que quieren acabar con el sufrimiento de su hija. Me he acordado lo que decía un experto en cuidados paliativos sobre casos como éste: las personas con cuidados paliativos adecuados no sufren; entonces parece que a los que hay que aplicar la eutanasia es a los padres, pues sólo tenemos certeza de que son ellos los que sufren